lunes, 14 de mayo de 2012

Cuento de horror

La muchacha abrió los ojos y se sintió apabullada por su propio desconcierto. No recordaba nada. Ni su nombre, ni su edad, ni sus señas. La jóven se puso de pie. Recorrió con la mirada el lugar en el que se encontraba pero todo estaba en penumbra y no consiguió vislumbrar más allá de sus narices. Se acercó a la pared y recorrió la estancia hasta que se topó con una especie de silla y un poco mas alta se encontraba una cuerda. A la jóven, la empezó a entrar el pánico y gritó y lloró durante un tiempo que se hizo insostenible. Una vez cansada de que nadie la escuchara, se derrumbó en el suelo. Algo la pinchó el muslo. Entonces, agarró el cuchillo que la había pinchado. No se acordaba de nada lo que había ocurrido antes de despertar en esa estancia, pero algo estaba claro: la persona que la había encerrado no la pretendía sacar de allí.
Tras volver a chillar y pedir socorro, la chica se durmió entre apabullantes pesadillas. Cuando despertó, a su lado vió un trozo de carne y un cacho de pan. Un hilo de luz iluminaba la habitación. Era de unos 10 metros cuadrados y unos 3 metros de altura. Del techo provenía el hilo de luz. La chica se acurrucaba en una esquina y vió que en el centro de la sala estaba el cuchillo y en frente de ella se encontraba la silla con la soga colgada del techo.Así transcurrieron horas, días, quizá incluso semanas. Todo empezó a ser una rutina. La jóven despertaba y encontraba el pan y el trozo de carne a su lado. Cuando el pavor la ganaba, se volvía a dormir y cuando despertaba ahí estaba otra vez el pan y la carne.La jóven reflexionaba y gritaba y lloraba pero nadie la contestaba. El único sonido era el que venía de la garganta de la chica.
En cierto momento, no pudo más y supo que solo podía hacer una cosa: ahogarse o cortarse las venas. Sino, ¿por que otro motivo seguían ahí la silla, la soga y el cuchillo? Pero, ¿cómo era mejor morir? ¿Ahogada, al instante? ¿O mejor sufrir el dolor de ver como, poco a poco, vas perdiendo tu sangre?
Fue directa a la silla, prefería no sufrir. Hizo el nudo de la soga, subió a la silla, metió el agujero en su cabeza y dió una patada a la silla. El silencio abosluto se hizo en la habitación.

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